jueves, 10 de mayo de 2012

Los trasplantes


El trasplante o injerto común es un tratamiento médico complejo. Permite que órganos, tejidos o células de una persona pueda reemplazar órganos, tejidos o células enfermas de otra persona. En algunos casos esta acción sirve para salvarle la vida, en otros para mejorar la calidad de vida.

Las ventajas de un trasplante pueden ser muchas: la cura de una enfermedad, que es otra manera de hacer una terapia génica al paciente, que toda esta expresión génica está bajo control y lo más importante, que el órgano, tejido o célula trasplantadas no van a tener marcas de una enfermedad previa. De la misma manera, existen inconvenientes a tener en cuenta: existen problemas de suministro, podemos encontrar graves problemas de compatibilidad y rechazo, la operación pueden ser muy cara y como en cualquier otro tipo de operación, puede haber infección.

En pos de la ya mencionada ventaja de evitar trasplantes con órganos o tejidos no aptos para los mismos, se excluye a un donante cuando presenta el VIH, una infección descontrolada, un cáncer, una sepsis con fracaso hemodinámico, una isquemia prolongada, una arterosclerosis grave o la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (vacas locas).

Hasta hace unos años la extracción de los órganos se realizaba cuando el paciente presentaba paro cardiaco, pero actualmente  se realiza cuando hay datos de muerte cerebral. El certificado de defunción será suscrito por tres médicos, entre los que deberán figurar, un neurólogo o neurocirujano y el jefe del servicio de la unidad médica correspondiente, o su sustituto; ninguno de estos facultativos podrá formar parte del equipo que vaya a proceder a la obtención del órgano a efectuar el trasplante.

La donación de  persona viva es posible si se cumplen las condiciones y requisitos establecidos por la Ley. Que son entre otras que el donante sea mayor de edad, Que goce de plenas facultades mentales y haya sido previamente informado de las consecuencias de su decisión. Esta información se referirá a las consecuencias previsibles de orden somático, psíquico y psicológico, a las eventuales repercusiones que la donación pueda tener sobre su vida personal, familiar y profesional, así como a los beneficios que con el trasplante se espera haya de conseguir el receptor. La donación ha de ser voluntaria, gratuita y altruista. Hasta hace poco sólo se aceptaba la donación a un familiar o conocido pero desde hace poco España ha autorizado la figura del «buen samaritano», como se denomina  a aquellas personas que se ofrecen a donar un órgano en vida, habitualmente un riñón, sin importarles a quién va destinado.

En resumen, y considerando el carácter humano de los comentados trasplantes, no sólo deberían ser considerados como un recurso de emergencia destinado a prevenir la muerte de alguien con quien tengamos lazos afectivos, sino como otra forma de ayudar a personas desconocidas; una alternativa solidaria en nuestra relación con la sociedad.

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