La
eritropoyetina es una hormona glucoproteica que se sintetiza de forma natural
en la corteza suprarrenal. Básicamente
se sintetiza para formar glóbulos rojos, lo que va a aumantar la proporción de
hemoglobina, que transporta oxígeno por la sangre. En el cuerpo está en muy
bajas cantidades, por lo que en el campo de la medicina se realiza R-EPO, es
decir, una sustancia igual que la natural sólo que le falta el resto de ácido
siálico.
En la medicina
clínica la eritropoyetina se administra a pacientes con poca formación de glóbulos
rojos y a enfermos de sida.
Los
deportistas lo consumen con el siguiente fin: si la eritropoyetina es el
precursor de la formación de glóbulos rojos, la toman para incrementrar los
niveles de eritrocitos, lo que conlleva un aumento de hemoglobina. Obviamente
si tenemos más hemoglobina podemos transportar más oxígeno, con lo que nuestros
músculos darán más rendimiento.
Hasta
aquí todo muy bonito, pero hay que pensar que es una hiperestimulación
artificial de hormonas y, aparte de estar jugando sucio, podemos tener graves
problemas de salud. ¿Por qué produce problemas entonces?
Pues
bien, la explicación es simple. Nosotros, en condiciones normales tenemos un
45% de hematocrito, pero si nos administramos EPO estaremos alcanzando los
porcentajes entre el 50-55%. En estos niveles no ocurre nada, pero en algunas
ocasiones después de realizar un ejercicio intenso se supera la barrera de la
normalidad y podemos llegar a un porcentaje de hematocrito de 60-65% debido a
la pérdida de agua por el trabajo físico realizado.
La
superación de esta barrera (por el exceso de oxígeno, que en valores altos es
tóxico para el organismo, y la pérdida de agua) nos deja expuestos ante el
riesgo de sufrir una tromboflebitis, una embolia pulmonar, un infarto de
miocardio, una trombosis y en los casos más extremos la muerte.
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